ORDEN FRANCISCANA

DE LA

DIVINA COMPASIÓN

CURIA GENERAL

FUNDACIÓN ORDEN FRANCISCANA DE LA DIVINA COMPASIÓN

CUERPO DE CAPELLANES

Obispo Protector

Orden Franciscana de la Divina Compasión

¡EL SEÑOR ME DA HERMANOS!

El Cuidado Pastoral de las Vocaciones (CPV) 
de los Hermanos Menores en camino hacia el futuro.
Documento final del Congreso Internacional
de los Animadores Vocacionales OFM (Asís, 7-30 Oct 2000)


Presentación

«El problema de las vocaciones es un auténtico desafío que interpela directamente a los Institutos, pero que concierne a toda la Iglesia» (VC 64). Nuestra Orden no es una excepción. Nuestra Fraternidad universal invierte muchas energías espirituales y materiales, aunque los resultados no siempre son los esperados. Hay Provincias bendecidas con muchas vocaciones, otras con menos, en algunas otras son muy pocos los jóvenes que optan por nuestra forma de vida. Donde hay muchas vocaciones nos preocupa su acompañamiento en vistas a un discernimiento adecuado. Donde hay pocas nos preocupa cómo llegar a los jóvenes y cómo proponerles nuestra forma de vida como una posible opción también para ellos.

El Congreso Internacional de Animadores O.F.M. del Cuidado Pastoral de las Vocaciones, celebrado en Santa María de los Ángeles del 7 al 30 de octubre del Año Jubilar 2000, fue un intento serio para salir al paso de estas justas preocupaciones.

El documento final -«El Señor me dio hermanos». El Cuidado Pastoral de las Vocaciones en la Orden los Hermanos Menores hacia el futuro-, fruto de la reflexión y de las aportaciones de todos los participantes en el Congreso, no es, sin embargo, un punto de llegada. Pensamos que debe ser más bien un punto de partida. El Congreso no ha terminado. Siguiendo la metodología que hemos elegido desde la preparación del mismo, ahora se inicia el tercer momento de este Congreso, el post-Congreso. Es el momento en que cada Entidad debe tratar de hacer suyas las propuestas del Congreso y cada hermano ha de intentar ponerlas en práctica, teniendo en cuenta las propias posibilidades y necesidades.

Uno de los objetivos finales de esta etapa del post-Congreso es que cada Entidad elabore su proprio Proyecto del CPV o revise el que ya tiene, a la luz del documento final del Congreso. La Secretaría general para la Formación y los Estudios, con la ayuda de algunos hermanos, elaborará unas Orientaciones para el CPV en toda la Orden. Éstas se han de tener en cuenta en la elaboración de los Proyectos Provinciales del CPV. Pero, mientras tanto, cada una de nuestras Entidades es llamada a ponerse a trabajar ya en dicho Proyecto, partiendo del documento que ahora presentamos a la Orden, después de la aprobación por parte del Ministro general.

En este trabajo hay algunos principios, fuertemente subrayados por el Congreso y que no pueden ser dejados de lado. Entre éstos creo conveniente acentuar cuanto sigue:

• El CPV no puede ser visto como actividad cerrada en sí misma, sino en estrecha relación con la evangelización/pastoral ordinaria y con la evangelización/pastoral de los jóvenes, no sólo de los «cercanos», sino también de los considerados «lejanos».

• Partiendo de la certeza de que la «regla de oro» del CPV fue y sigue siendo el «venid y veréis» (Jn 1,39; cf. VC 64), el CPV ha de programarse también en estrecha relación con la formación permanente de los hermanos. Si ésta tiene como finalidad «animar, nutrir y sostener la fidelidad» (RFF 59), es fácil ver la necesaria conexión entre CPV y formación permanente, entre CPV y vida. Se impone, pues, una atenta valoración de la coherencia entre estructuras y medios, entre el estilo de vida que llevamos y el anuncio y la propuesta que hacemos. Se impone, igualmente, buscar nuevas opciones y formas creativas que hagan visible el carisma franciscano en todas sus dimensiones fundamentales (RFF 46).

• En el CPV se han de tener en cuenta los medios actuales de comunicación, como por ejemplo Internet, pero no se puede menos de dar prioridad a la oración, en cuanto promueve la coherencia de vida del orante mismo y encuentra continuidad en el anuncio explícito y en la catequesis adecuada.

• Cada vez está más claro que el CPV ha de hacerse en equipo, en fraternidad. Es necesario luchar contra la «mentalidad de delegación». Todos los hermanos se han de sentir, de acuerdo con sus posibilidades, «agentes» del CPV. En este sentido el responsable principal del CPV ha de considerarse, ante todo, animador «ad intra», haciendo todo lo posible para involucrar a todos los hermanos en el trabajo de pastoral vocacional, y coordinador del trabajo que realizan los hermanos en el campo del CPV.

• Entre los «agentes» del CPV no se puede olvidar a los laicos. Será responsabilidad de cada Entidad el formar convenientemente a algunos laicos para que puedan acompañar a los jóvenes con competencia, en vistas a un correcto itinerario de discernimiento, en el que se preste especial atención al crecimiento humano y vocacional.

• Otro principio a tener en cuenta es que el CPV ha de hacerse en comunión y colaboración activa con la Iglesia local, toda la Familia Franciscana, los demás Institutos religiosos, las familias, los educadores, con otros grupos de laicos y con los jóvenes mismos (cf. VC 64).

• El CPV, finalmente, no se puede concebir como un conjunto de acciones aisladas o puntuales en vistas al «reclutamiento» vocacional. El CPV es un proceso con cuatro etapas esenciales: anuncio, propuesta y discernimiento. Cada una de estas etapas ha de tener claros los propios objetivos, los medios, las modalidades, los agentes, los contenidos y los destinatarios. En todo este proceso se ha de prestar atención al acompañamiento personalizado en clave franciscana. Este acompañamiento exige al Animador «caminar al lado del joven», dando razón de su propia opción vocacional. Exige, también, que sea "integral", prestando particular atención a la dimensión afectivo/sexual.

• Está claro que los Animadores, para poder realizar cuanto les exige este «ministerio prioritario», han de tener una cierta experiencia de vida franciscana y una preparación adecuada.

Esta breve síntesis de algunos principios, que no pueden menos de ser tenidos en cuenta en todo trabajo de pastoral vocacional, pueden ser algunos elementos que ayuden a trabajar en el Proyecto Provincial del CPV mientras no salgan las Orientaciones sobre el CPV en la Orden de los Hermanos Menores.

Quienes trabajamos en la redacción del documento final del Congreso de Animadores O.F.M. del CPV estamos seguros que será un instrumento útil para ayudarnos en nuestro trabajo del Cuidado Pastoral de las Vocaciones. Con esta esperanza lo ponemos ahora en tus manos.

Roma, 13 de noviembre del 2000.

 

Fr. José Rodríguez Carballo, ofm,
Secretario general para la Formación y los Estudios

 

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