ORDEN FRANCISCANA

DE LA

DIVINA COMPASIÓN

CURIA GENERAL

FUNDACIÓN ORDEN FRANCISCANA DE LA DIVINA COMPASIÓN

CUERPO DE CAPELLANES

Obispo Protector

Orden Franciscana de la Divina Compasión

LA FORMACIÓN PERMANENTE

PRESENTACIÓN DEL DOCUMENTO


La formación permanente es una exigencia y una condición de fidelidad al don divino de la vocación religiosa franciscana vivida en la Iglesia y en el mundo: el seguimiento de Cristo y la vida evangélica a la manera de san Francisco. Es el esfuerzo de discernimiento y de conversión que cada uno de nosotros está llamado a proseguir y a rehacer cada día, de manera que nuestra consagración bautismal sea actuada en toda su intensidad y profundidad hasta llegar a ser «un sacrificio espiritual ofrecido a Dios» (Rm 12,1).

El Documento La Formación Permanente en la Orden de Hermanos Menores, aprobado por el Ministro general, es un punto de llegada, todavía inicial, de un largo camino empezado por la Orden después del Concilio Vaticano II.

En efecto, la idea de una renovación continua en la vivencia del carisma es un aspecto que la Orden asumió prontamente cuando la Iglesia pidió a los religiosos volver a la primigenia inspiración de cada Instituto respetando el carisma del propio Fundador. De hecho, en las Constituciones Generales de 1970, n. 84, se cita el decretoPerfectae Caritatis, en el cual se afirma que los religiosos «han de esforzarse en perfeccionar cuidadosamente durante toda su vida la cultura espiritual, doctrinal y técnica» (PC 18).

Al año siguiente, el Capítulo general extraordinario de Medellín de 1971, aprobó el documento La Formación en la Orden de Hermanos Menores en el que este perfeccionamiento es llamado formación continuada (cf. n. 42), y fue retomado por las Constituciones Generales de 1973, en el artículo 174.

En 1981, el Consejo plenario de la Orden aprobó el Documento sobre la Formación. En lo que concierne a la formación permanente, este texto da testimonio del progreso realizado por la Orden en la toma de conciencia de su importancia y de su papel. A este tema le dedicó una buena parte, señalando las dificultades y las resistencias que aún encontraba en muchos hermanos, precisó el objetivo de la formación permanente y las razones que la hacen necesaria, definió las orientaciones a seguir y propuso una serie de sugerencias prácticas para promoverla (cf. CPO 81, 44-58).

El Capítulo general de 1985, por su parte, colocó la formación permanente como el elemento primordial, central y coordinador de toda la formación. En las Constituciones Generales, aprobadas en ese mismo Capítulo, inmediatamente después de haber subrayado los grandes principios de la formación franciscana (cf. CC.GG. 126-134), trata en primer lugar de la formación permanente (cf. arts. 135-137), la que es presentada como un «camino de toda la vida tanto personal como comunitaria, en el que se desarrollan de modo ininterrumpido las dotes propias, el testimonio evangélico y la opción vocacional...» (CC.GG. 135).

La Ratio Formationis Franciscanae, promulgada en 1991, sigue el mismo esquema. Comienza también estableciendo los grandes principios que deben orientar y caracterizar la formación franciscana. Con respecto a la formación permanente, después de dar una descripción bastante elaborada (cf. RFF 57-58), precisa sus objetivos, enumera los medios para su puesta en obra y determina las responsabilidades de cada uno, sea a nivel individual, sea a nivel de las Fraternidades locales y provinciales, sea a nivel de los Guardianes, Ministros provinciales y Moderadores provinciales para la formación permanente (cf. RFF 59-70).

Finalmente, el Capítulo general de 1991, reconociendo la importancia de la formación permanente, pidió al Secretariado general para la Formación y los Estudios la celebración de un Congreso de los Moderadores para la formación permanente de toda la Orden con el objetivo de continuar la profundización del concepto de formación permanente y ayudar a los hermanos de todas las Entidades a caminar con mayor fidelidad en el seguimiento de Jesucristo (cf. Acta Capituli generalis OFM 1991, Roma 1991, p. 560).

Como preparación para dicho Congreso, que se celebró en Asís, del 9 al 30 de octubre de 1993, una comisión «ad hoc» preparó un Instrumentum laboris, que fue estudiado previamente por todos los Moderadores y analizado durante el Congreso mismo (cf. Acta Congressus Moderatorum pro formatione continua OFM 1993,Roma 1994, pp. 353-381).

Los Moderadores allí reunidos se convencieron de la imprescindible actualidad de la formación permanente y, entre otras cosas, pidieron al Ministro general que enviara a toda la Orden un documento sobre este tema, que, junto con servir de estímulo a todos los hermanos, profundizara el argumento a partir del Instrumentum laboris y de los elementos analizados por los congresistas (cf. Ibidem, p. 655).

Del 6 al 12 de febrero de 1994, se reunió en la Curia General una nueva Comisión especial, formada por Moderadores que habían participado en el Congreso, para preparar un texto sobre la formación permanente, el que, con la valiosa ayuda de muchos otros hermanos, dio como resultado el Documento que ahora presentamos.

Esta breve síntesis acerca de la formación permanente en los últimos años, muestra de qué manera en nuestra Orden ha ido creciendo la conciencia sobre la importancia de la formación permanente y el deseo de vivir con mayor fidelidad nuestra vocación evangélica.

Estamos ciertos de que este Documento será un instrumento útil para ayudarnos mutuamente en el camino del continuo seguimiento de Cristo según el ejemplo de san Francisco.

Roma, 1º de agosto de 1995.

Fr. Sebastião Kremer, ofmFr. Saúl Zamorano, ofmSecretariado general para la Formación y los Estudios

 

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