ORDEN FRANCISCANA

DE LA

DIVINA COMPASIÓN

CURIA GENERAL

FUNDACIÓN ORDEN FRANCISCANA DE LA DIVINA COMPASIÓN

CUERPO DE CAPELLANES

Obispo Protector

Orden Franciscana de la Divina Compasión

TRABAJO PASTORAL

Formación Cristiana

 

Catequesis y formación humano-cristiana para los niños, en procura de dar a conocer a los más inocentes y nobles seres de la humanidad al Dios que es amor, perdón y generosidad.  Nos esforzamos por modificar el caos de nuestra sociedad y arrancar de las garras de la droga y la violencia a creaturas nobles que merecen una mejor calidad de vida y un mundo mejor.

Alimentación

 

Brindamos a los niños y a los más pobres la posibilidad de alimento digno, de un plato diario de comida que amaine su hambre, y que no los lleve a tener que comer de la basura.

 

 

 

 

 

 

Liturgia

 

Celebramos y vivimos las solemnidades de nuestra fe cristiana, gozando de la alegría de los misterios de la Natividad y la Resurrección del Señor Jesús.

 

Los más pobres entre los pobres

 

Vemos con gran respeto y amor a los hijos de la oscuridad, a los despreciados de la sociedad, a los enfermos en el espíritu a ellos, a los de la calle, a las trabajadoras sexuales, a los jóvenes que equivocaron el camino.

 

Ellos, hombres y mujeres que viven en la calle, que comen basura, que son despreciados y vistos como desechos de la “sociedad”.  “Porque todo lo que hacéis a uno de éstos  más pequeños, conmigo lo hacéis.”

Los hermanos, discípulos del Señor y anunciadores de su Palabra, a ejemplo de los Apóstoles, participan en la misión evangelizadora de la Iglesia, y llevan «a todos cuantos encuentran a su paso la paz y el bien del Señor», cultivan la actitud de benevolencia y diálogo respecto a las diversas culturas y religiones, atento a los signos de los tiempos, para vivir y anunciar fielmente los valores del Evangelio a los hombres de hoy.


El hermano da testimonio de la vida a través de la comunión fraterna, la vida contemplativa y penitente, el servicio en la fraternidad y en la sociedad humana, como hombres de paz, en alegría y sencillez de corazón.


El hermano está atento a vivir el Evangelio que anuncia, prefiere la «brevedad de sermón», y usa «expresiones sencillas y materiales, sabiendo bien que es más necesaria la virtud que las palabras» .

 

El seguimiento de Cristo según la forma de san Francisco se realiza de modo auténtico y pleno en la Iglesia, Cuerpo de Cristo y «sacramento de salvación para nuestro tiempo» .

El hermano cultiva la fe en comunión con el pueblo de Dios en obediencia y reverencia, para cumplir la palabra del Crucifijo de San Damián dirigida a san Francisco: «Vete, repara mi casa».


La Iglesia particular es el lugar en el que los hermanos viven el propio carisma, contribuyen al crecimiento de la comunidad eclesial y le prestan sus servicios .  El hermano, animado por la fidelidad a la Iglesia, participa en su misión mediante el testimonio de vida y el trabajo apostólico según el carisma franciscano.


Siguiendo a Cristo, que puso su morada en el mundo, los hermanos son llamados a vivir su carisma entre todos los hombres y a estar atentos a los signos de los tiempos, como instrumentos de justicia y de paz.


Los hermanos, fieles al estilo de vida profético recibido de san Francisco, se esfuerzan creativamente por descubrir nuevos caminos para promover y difundir los valores evangélicos. Como heraldo de la paz, la lleva en el corazón y la propone a los demás, y está preparado para denunciar con vigor todo lo que sea contrario a la dignidad humana y a los valores cristianos.


El hermano, discípulo del Señor, a ejemplo de María, trata de vivir la propia condición de siervo discreto y fiel, siempre solícito para acoger y proclamar las maravillas que Dios obra en la Iglesia y en el mundo de hoy.

Cualquier andén, una esquina, las ruinas de una escuela, un callejón oscuro… todos estos son los hogares donde viven muchos de nuestros hijos, hermanos, padres, madres, abuelos y conocidos.

 

Son seres humanos que han caído en las garras de los psicoactivos gracias a sus “amigos”, en una fiesta, en la esquina de su casa, en el colegio, y hasta en su propio hogar.

 

En estos hermanos se manifiesta la realidad de la miseria humana, el abandono, el desprecio de sus propios familiares, el señalamiento de una sociedad hipócrita que lo permite todo y luego lo critica, el dolor de la soledad, y la amargura de ser los hijos de NADIE, los hombres y mujeres sin futuro ni hogar.

 

Cada hermano de la Orden trabaja en procura de atender a las necesidades básicas de quienes viven en la absoluta miseria. Un baño fresco, ropa limpia, un plato con alimento, atención médica, y todo cuanto nos sea posible ofrecerles, pero sobre todas estas cosas materiales queremos que se sientan amados y respetados como seres humanos.  Ellos han de saber que cada religioso de la Orden Franciscana de la Divina Compasión es su amigo y su hermano.